¿HAGO LA DIFERENCIA PARA ALGUIEN?

Una de las necesidades más elevadas para todo ser humano, independientemente de su condición social, económica, académica, etc., es sentir que su vida tiene un propósito y que su vida aporta algo valioso a otros. Mucho de lo que puede llevar a una persona a la enfermedad física y mental -incluso a la muerte- se relaciona con la falta de un significado existencial.

En medio de la agitación que nos trae y nos lleva día a día en busca de mejores oportunidades laborales y económicas solemos perder la noción de quienes somos y de nuestro rol en el entorno que nos movemos. A veces parece que el retraso en conseguir aquellos "trofeos" (carro, celular y gadgets de última generación, casa en zona exclusiva, viajes a paraisos tropicales, entre otros) que la sociedad de consumo nos exige para catalogarnos como "exitosos" nos impiden ver que el saludo diario que brindamos a un vecino, la llamada frecuente a un familiar o el enviar un correo electrónico con un mensaje de aliento y optimismo puede hacer la diferencia en la vida de una persona. Talvez una acción tan sencilla y que nos toma poco tiempo puede hacer el mundo más amable para quien recibe ese gesto de parte nuestra, puede hacer que esa persona salga de la zona de invisibilidad donde puede sentirse perdida merced a la indiferencia de muchos.

Pocos logran sobresalir de manera notoria por su dedicación a otros seres humanos: Gandhi, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, son algunos ejemplos. Es fácil desanimarse de pensar en ayudar a otros a cambiar sus circunstancias, generalmente no tenemos la vocación para renunciar a actividades propias o someternos a carencias extremas para ayudar a alguien, como lo hicieron en su momento aquellos filántropos. No obstante, perdemos de vista que cada quien tiene un talento y una misión que cumplir, cada quien a su ritmo, a su modo y en el lugar donde Dios lo ha colocado; de poco serviría que todos nos fuéramos de misioneros a tierras lejanas, de profesores a zonas rurales o nos dedicáramos al cuidado de los enfermos, es necesario que alguien funde y dirija empresas, que otros produzcan los medicamentos que sanan enfermedades, que algunos más piloteen los aviones con los cuales se llevan esos medicamentos a regiones marginadas, junto con alimentos cultivados por agricultores de diversos países.

Lo que hacemos hoy en nuestro trabajo, en nuestro hogar, en la calle o donde quiera que estemos es nuestro aporte a un mundo mejor. Cada sonrisa que entregamos puede dar un giro positivo para otros y para nosotros mismos: podemos evitar que el enojo y el maltrato pasen de persona a persona, hasta convertirse en un torrente de violencia que nos tocará tarde o temprano. Podemos ayudar a escoger bien una fruta en el mercado o cruzar la calle con una persona discapacitada y no tenemos idea si ese sencillo gesto puede salvar muchas vidas en un punto de la historia que no tenemos capacidad de imaginar. Por eso es importante estar dispuestos a hacer la diferencia para alguien, cada día, cada instante, si los otros siguen de largo y voltean el rostro con aparente indiferencia o disgusto no lo hagamos también...
quizá en algún momento necesitemos que alguien haga la diferencia para nosotros.

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