¿No tener hijos es un castigo de Dios?

"Las mujeres que no se embarazan es porque Dios las ha castigado", una creencia muy antigua que va de la mano de otra que consiste en que una mujer no está plena si no ha engendrado y criado hijos. ¿Podemos creer esto como una verdad irrefutable?

Varias referencias a la esterilidad encontramos en la Biblia, uno de los relatos más antiguos de la humanidad,  pero en la mayoría de esos casos no se considera una forma de pena sino una oportunidad para que Dios mostrara su poder.

Sara, la esposa de Abraham, fue estéril y le llegó la menopausia sin embarazarse. A los 90 años tuvo a Isaac.

Rebeca, esposa de Isaac, fue estéril hasta que él intercedió en oración por ella, y quedó embarazada de mellizos: Jacob y Esaú.

Raquel, la mujer amada de Jacob, fue estéril hasta que Dios le concedió embarazarse, así fue que tuvo a su hijo José y más tarde a Benjamín.

Ana, tras varios años de esterilidad tuvo a Samuel, después de pedirlo a Dios en oración. El nombre Samuel significa "Dios escucha".

Los hijos que estas mujeres tuvieron llegaron a ser personajes importantes en la historia de Israel y de los pueblos de Oriente medio, algunos fueron patriarcas, uno de ellos gobernante en Egipto y otro fue profeta. Esto nos lleva a pensar en que el tiempo de esterilidad sirvió para preparar a la mujer y a su marido para criar a un hijo con un carácter fuerte y noble, que más adelante ocuparía un lugar importante en la sociedad de su tiempo.

No obstante, también algunas mujeres nunca conocieron la maternidad, y aunque para muchos eso puede interpretarse como un desaire a los deseos de ser madres que muchas de ellas pudieron haber tenido, lo cierto es que el mismo Jesucristo, cuando iba camino a la crucifixión advirtió a algunas de sus seguidoras que lloraban y se daban golpes de pecho al verlo maltratado:

" (...) —Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: '¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!' " (Lucas 23: 28-29 NVI)

Quizá esto no sea un consuelo para muchas, aunque sí es una confirmación de que la maternidad no garantiza la felicidad presente ni futura y que, definitivamente, no todas las mujeres nacen para alojar en su vientre otra vida. 

Por ello hay que contar las bendiciones que hemos recibido y si la maternidad no es una de ellas, eso no nos hace menos mujeres, menos completas o menos felices. Sea cual sea nuestra condición lo importante es que Dios nos conceda dar fruto abundante, positivo y de ayuda para otros.

Actualización 2017

En noviembre de 2012 escribí este post, originalmente. En aquel entonces estaba casada y con la expectativa que alguna vez sería madre. Han pasado 5 años y mi vida personal ha tenido varios giros. Hace tres años me divorcié (entre otras razones, a causa de que los hijos no llegaron) y he cambiado varias veces de lugar de residencia. Actualmente vivo sola.

Desde el divorcio he dedicado gran parte de mi tiempo al trabajo y a seguirme preparando personal y profesionalmente. Mentiría si dijera que no ha sido un cambio muy doloroso pasar de tener un esposo cariñoso, una casa a la medida de mis deseos y un futuro muy claro, a no tener una relación afectiva estable, vivir en diferentes lugares (a los que me adapté en vez de adaptarlos a mi gusto) y tener alto grado de incertidumbre sobre lo que haré en el futuro. He tenido días con gran sentimiento de vacío y soledad, así como otros llenos satisfacción, en compañía de muchas personas.

La verdad es que hay días en que el pesimismo me acorrala y entonces es cuando más me pregunto si todo lo que ha sucedido es un castigo de Dios. Y mi conclusión es que Dios no me castigaría de maneras tan radicales, más bien me doy cuenta que en todas las situaciones por las que pasé hay factores de mi pensamiento y comportamiento que influyeron para que el resultado no fuera el que yo desearía. Además, hay situaciones que no están en mi mano controlar (por ejemplo, la voluntad de mi, ahora, ex-esposo), por las cuales yo no puedo recibir castigo.

Lo que deseo expresar, en últimas, es que la vida sigue... Sabemos que todos los seres humanos afrontamos fracasos, problemas y momentos en que parece que nadie entiende lo que sentimos. Recordemos que nadie prometió que a las mujeres con hijos y/o con pareja la alegría las acompañaría siempre. Todos, hombres y mujeres, libramos batallas que nadie conoce, sólo Dios. 

Podría elegir sentirme una víctima, sentirme derrotada y hacer de mi situación un pretexto para quejarme de los infortunios que he pasado, y en cambio he decidido agradecer y quedarme con la mejor parte de todo, porque entiendo que vivimos en un mundo hermoso e imperfecto, donde hay días mejores que otros, hay dolor pero no siempre hay sufrimiento, hay soledad pero no siempre hay vacío. 

Te reto a que hagas lo necesario para quedarte con la mejor parte de TODO, incluyendo las relaciones fallidas y los deseos incumplidos. Te aseguro que es un reto que te conviene aceptar, porque la tristeza y la desolación son inquilinas difíciles de desterrar una vez que las dejamos habitar en nuestro ser. Dios no hará por ti las cosas que puedas hacer por ti misma, ni moverá tus emociones y acciones de algún modo que contradiga tu libre albedrío (libertad de escoger), así que si deseas estar mejor tienes que colocar todo de ti para que eso suceda.

Qué dices, mujer ¿aceptas el reto?

Actualización 2018

Después de pasar años creyendo que no podría ser madre, este año viví la experiencia de la maternidad. Fue una noticia increíble e inesperada saber que estaba embarazada, pues ya no estaba buscando tener hijos, estaba decidida y contenta con mi vida sin descendencia. Por razones que no logro entender (y que ya acepté para no desgastarme) mi hijo llegó cuando ya no tenía las comodidades y el respaldo que tenía cuando estaba casada, por lo cual ha sido un esfuerzo constante cubrir todos los roles y todas las necesidades suyas y mías. 

Tuve una amenaza de aborto apenas 15 días después de saber que estaba embarazada, con 2 meses y medio, y cuando pensé que se me escapaba de las manos, me di cuenta que estaba dispuesta a hacer lo necesario para sacar adelante a aquella personita que apenas se formaba en mi vientre. Con medicamentos y una semana de total reposo continuó la gestación.

Pero allí no terminó el reto, después de nacer mi hijo, con 4 meses de edad, fue sometido a una operación de corazón abierto, para corregir un defecto congénito. Mes y medio estuve viviendo en el hospital mientras se llevó a cabo todo el proceso y en el intermedio de esta situación tuve que renunciar a mi trabajo porque ya no tenía la disponibilidad que me solicitaban. Muchas manos amigas y desconocidas estuvieron apoyando, la bendición y la provisión de Dios se manifestaron de muchas formas. En un momento dado, por equivocación, me dijeron que mi hijo había fallecido mientras estaba en cuidados intensivos durante la fase postoperatoria; en mi corazón sabía que no era cierto y cuando fui a verificar la situación me confirmaron que mi bebé seguía vivo y bien, solo con la atención necesaria para continuar su recuperación. 

Nuestra primera Navidad juntos fue en el hospital y el 31 de diciembre salimos de allí a mediodía, así que para la nochevieja ya estábamos en casa y recibimos el nuevo año solos, mi hijo y yo, durmiendo él en mis brazos. No me hizo falta estar rodeada de personas ni una cena elaborada, ni fuegos artificiales ni música. No tenía empleo, ni pareja (la relación con el papá de mi bebé terminó apenas unos días después de su nacimiento), ni certeza de cómo sería el nuevo año pero lo que sí sabía es que mi mayor motivación era darle a ese bebé todo lo que le hiciera falta para seguir creciendo en todos los aspectos.

Esto lo comparto para que estemos claras que la vida de una mujer no está exenta de problemas y carencias por el hecho de tener un hijo. La verdad es que se requiere gran fortaleza, capacidad de recuperarse rápidamente de las situaciones difíciles y tomar decisiones con cabeza fría en condiciones que parece estar todo en contra, únicamente para asegurar que esa vida que nos fue encomendada, y que aceptamos resguardar, va a estar cuidada como corresponde. El cuento de hadas y los corazones rosas alrededor de ser madre es solo la mitad de la historia, la verdad es que también hay dolor, enfermedad, muchísimos gastos, cansancio, falta de sueño, soledad... pero de esa parte poco se habla y es necesario hacerlo, porque la maternidad está idealizada y es necesario prepararse en todos los aspectos si realmente se quiere ejercer de manera responsable.

Como dije, ya no esperaba ni buscaba la maternidad, no hice ningún tratamiento para quedar embarazada. Una muestra más que el asunto de tener hijos es algo que excede nuestra voluntad, no se trata de querer o no querer, simplemente puede suceder cuando Dios los disponga, aunque para nuestro criterio no sean ideales la condiciones.

Actualización 2019

Varias mujeres han escrito en mi página de Facebook para hacerme preguntas sobre cómo he llevado la situación o para pedirme asesoría sobre su situación personal. Desde luego, son conversaciones confidenciales y no publico nada al respecto, sin embargo, he identificado varios aspectos en común entre quienes no han tenido hijos a pesar de desearlos e intentar embarazarse:

1. Sentimientos de culpa
2. Rechazo o enojo hacia la pareja
3. Vergüenza
4. Ira
5. Aislamiento

Emocional e intelectualmente existen muchos retos para la mujer con dificultad para tener hijos y le cuesta reinventarse y redescubrirse en diferentes aspectos, es como si su deseo maternal insatisfecho bloqueara su capacidad para amarse a sí misma y disfrutar las bendiciones en su vida.

¿Qué hacer al respecto? es lo que muchas me han preguntado.

Lo primero que les digo es que no existen absolutos en este mundo, nada permanece estático, nunca sabemos los eventos que van a venir y por eso mismo requerimos una mente abierta y dejar ir el miedo a cambiar lo que creemos, lo que pensamos o nuestro plan de vida. Tal vez nada de lo que hemos soñado respecto a la maternidad suceda como lo deseamos y cuando lo deseamos.

Otra cosa es buscar siempre el forma de ver el vaso medio lleno. Quiero decir que son muchas las cosas que tenemos y perdemos de vista ante la tristeza que causa la maternidad esquiva, el asunto es que existen "vacíos con propósito" en el mundo para que la bondad de Dios alcance a todos, especialmente a los menos favorecidos. Para el caso, imaginemos que todas las parejas pudieran tener hijos biológicos, entonces, ¿quién amaría y daría hogar a tantos niños que por una u otra razón no tienen a sus padres? Seguro algunas parejas adoptarían algunos, pero la mayoría se quedarían sin una familia. Al no tener hijos podemos ser los brazos de Dios en la tierra para cuidar y amar a niños en situaciones así. ¿Te has dado la oportunidad de ser madrina/padrino en una casa hogar? ¿Donas tiempo o dinero para ayudar a niños huérfanos o que tienen familia pero son de escasos recursos? Piensa en todo lo que puedes dar y te lo estás reservando por estar sumergida en tu tristeza.

Atrévete a pensar ¿para qué estás viviendo esta situación? y actúa en consecuencia.

Recuerda qué le dijo Moisés a Josué cuando le encomendó ser el guía del pueblo israelita hasta la Tierra Prometida, esas palabras también son para nosotras: debemos ser fuertes y valientes. Sí, debemos ser fuertes y valientes para vivir una vida que agregue valor a otros, disfrutar la alegría que encontramos en nuestros días y ser mujeres íntegras e integrales en todo tiempo, porque con hijos o sin ellos tenemos el compromiso de llegar a ser la mejor versión de nosotras mismas que podamos lograr. Y es algo que podemos intentar solas, por nuestra cuenta, o en lo que podemos pedir ayuda y guía a Dios.

Si te cuesta orar o ya no sabes cómo hacerlo después de haber pedido tanto, piensa en esto:

Disminuir al mínimo el "yo" en mis conversaciones con Dios, dejar de lado el "cómo quiero yo" que sucedan las cosas y cambiar las palabras que por años he incluido en mis oraciones es un ejercicio que me ha puesto a pensar realmente. Para rematar, el asunto no es cambiar la forma de orar con ánimo exclusivamente de ENTENDER sino de VIVIR lo que estoy poniendo delante de Dios. Y no es que no debamos orar con el entendimiento, por el contrario, es traspasar esa frontera y hacer de la vida misma, esa en que tenemos nuestras luchas y frustraciones, un acto de oración. Es fácil ser espiritual en un recinto donde no hay conflicto ni sufrimiento, donde resuenan los cantos de alabanza, lo difícil es vivir cada día con actitud de alabanza a Dios, aun en esas situaciones que no podemos entender.

Siempre me ha parecido el supremo nivel de desprendimiento decir: "Hágase tu voluntad y no la mía", porque requiere la fe necesaria para vivir cosas que, en muchas ocasiones, no puedo entender y, además, estoy colocándome voluntariamente en esa posición. Me guste o no me guste lo que suceda después, no puedo culpar a nadie porque fue mi elección dejar que Dios en su poder y sabiduría tome la dirección que mejor convenga a Su plan eterno. Suena extraño, pero es como hacerme a un lado en mi propia vida para que alguien más (Dios) tome el control. Definitivamente, es quitarme del centro.

Sin duda, orar de modo que no sea yo o mis deseos, o mi voluntad, el centro de mis oraciones involucra muchos aspectos y es muy exigente, es necesario un cambio que puede tomar el resto de mi vida en completarse y aun así creo que vale el esfuerzo.

Actualización 2020

Si llegaste hasta aquí es porque te llamó la atención mi historia y quieres saber qué más sucedió. Pero antes de eso voy a decirte algo de lo que estoy casi segura: no te alegraste por mí al saber que, después de tanto esperar y sufrir, tuve un hijo. ¿Cómo lo sé? Porque desde que publiqué eso alrededor de cuatro mil personas han visto el post y los comentarios disminuyeron hasta desaparecer.

Antes de publicar lo de mi hijo lo pensé muchísimo. Sabía que probablemente sucedería lo que pasó, que al descubrir que pude tener un hijo, las mujeres que sintieron empatía e identificación conmigo al principio luego me verían como alguien que "está del otro lado", por decirlo de alguna manera. Pero quiero que sepas algo: las huellas del dolor y del divorcio por no poder tener un hijo con mi ex-esposo no se han borrado y otras situaciones han venido a sumarse. Las preguntas indiscretas e inoportunas como: "¿por qué esperaste tanto para tener un hijo?, ¿no te queda pesado criarlo tú sola?, ¿piensas darle un hermanito?, ¿y el papá si te ayuda a mantenerlo?", entre muchas otras, no cesan. La gente sigue entrometiéndose en cosas que no debería y no lo hace para ayudar, solo es para saber el chisme y juzgarme por haber quedado embarazada sin estar casada. No espero despertar en ti compasión, pero sí empatía, porque a cada una nos juzgan, sea porque sí o porque no. Cada una lleva una carga en soledad. Cada quien se levanta cada día con el propósito de seguir adelante. 

Y si tu respuesta es: "pero ya tienes a tu hijo", sí, ya lo tengo. Lo que no tengo es el derecho de depositar en él mis tristezas, ni permitir que me vea y me sienta frustrada y enojada cuando siento que me aplastan las responsabilidades. Te pregunto: ¿tienes derecho de opacar todo lo que SI tienes, a causa de lo que NO tienes? Pareja, familia, trabajo, amistades son cosas valiosas como para menospreciarlas al punto de agotar esas relaciones también. La falta de un hijo se lleva mejor en compañía de gente querida que en soledad, ¿lo has pensado?

Entiendo si aún después de todo esto no te puedes alegrar por mí, pero déjame decirte que aunque pases de largo y no dejes un comentario yo sí pienso en ti. No sé tu nombre ni de dónde eres, pero sigo pensando en tus luchas, en tu sufrimiento, en tu soledad. Sigo comprendiendo lo que sientes porque ya lo viví. Así ya no me consideres "de las tuyas", aquí sigo, por eso te escribo. Porque entiendo que una parte importante de la sanación es abrir el corazón y ventilar la herida. Ojalá si lees esto te animes a compartir algo conmigo y con quienes vengan a leer, pero si decides no hacerlo igual quiero que sepas que te abrazo y te envío mi cariño y aprecio. Persiste en encontrar la paz para tu corazón. Mereces tener más de esos momentos que llamamos felicidad y ellos pueden suceder, tengas o no un hijo, que los puedas disfrutar en gran medida depende de ti.