¿Porqué no se Cumplen mis Deseos?

Hoy tuve una sorpresa muy bonita. Una persona que hace casi un año se acercó a comentarme su situación y me pidió mi opinión sobre lo que estaba viviendo y lo que debería hacer al respecto se acercó nuevamente con un pequeño regalo por la proximidad del día del amor y la amistad. Me comentó que siguió mis recomendaciones y que le han sido de utilidad y ha visto las razones por la cuales algunas cosas no funcionaban en aquel entonces. Según sus palabras entendió que cuando las cosas no suceden es por una buena razón.

Más temprano otra persona que hace mucho no me escribía me reenvió una de tantas presentaciones en Power Point que circulan por internet y, curiosamente, también hablaba de las cosas que suceden o no por una buena razón, una razón que desconocemos y no podemos vislumbrar en lo limitado de nuestro entendimiento y que, sin embargo, llegamos a conocer en algún momento.

Esto me hace pensar en las cosas con las cuales estoy lidiando hoy en día, esas situaciones que me inquietan y causan estrés porque no se resuelven del modo en que yo esperaría que sucediera. A veces no podemos entender cómo alguien injusto se sale con la suya, porqué a pesar de mucho esfuerzo no conseguimos lo que buscamos o porque algo que parece ilógico acontece contra todo pronóstico. Simplemente la vida no parece funcionar bajo el mecanismo que creímos que la sustentaba, toda ella y sus porqué son un completo misterio. Y aún cuando lucho constantemente por ser un poquito menos ignorante cada día me doy cuenta que hay cosas que es mejor no saber.

"El que más sabe más sufre" (Eclesistés 1:18b), a veces es mejor no intentar hallarle sentido a todo lo que ocurre. A veces quisiéramos tener acceso a la información privilegiada que manejan algunas personas y luego que podemos hacerlo nos damos cuenta del peso de la responsabilidad que conlleva y de la impotencia que embarga a quien no puede cambiar las circunstancias que, en apariencia, son tan negativas e indeseables. Más sorprendente termina siendo cuando vemos un bien mayor en medio de un mal que a la larga resulta menor.

Debo ser sincera. En aquel instante, hace casi un año, deseaba que esta persona de la que hablé al principio no me contara sus asuntos personales porque recién nos conocíamos, no éramos amigos y no comprendí porqué me tomó como confidente y me pidió concepto sobre eventos y personas que yo desconocía. Escuché y opiné de la manera más honesta pero no creí que aquello trascendiera. Hoy entendí que aquel día sembré una semilla en el corazón de esa persona y hasta el momento en que me explicó la razón por la cual me daba el regalo ignoraba cuánto fructificó en este tiempo. Hoy supe que no se trataba de mi sino de que Dios nos puso una cita y puso en su boca y en la mía las palabras que cada quien necesitaba escuchar para que se cumpliera un propósito en nuestras vidas. Quizá yo tardé más en ver el motivo por el cual no se cumplió mi deseo de no estar escuchando sus historias personales, no obstante, me alegra que haya sucedido así porque en este día del amor y la amistad recibí un regalo material pero más importante que eso recibí un regalo espiritual.

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