¿Ovejas o Legumbres?

Casi todos hemos leído, o al menos escuchado, la historia bíblica de Caín y Abel la cual se ha convertido en el ejemplo clásico de la traición entre hermanos; sin embargo, hay más en esa historia de lo que podemos imaginar.

El relato nos dice que Caín (que en hebreo suena como el verbo llegar a tener o adquirir) fue el primogénito de Adán y Eva, quienes lo concibieron después de haber sido desterrados del Edén por desobedecer a Dios comiendo el fruto del árbol del Bien y el Mal. Caín se dedicó a cultivar la tierra mientras que su hermano menor Abel se dedicó a pastorear ovejas. Al cabo de un tiempo Caín atacó a su hermano y lo mató, costándole ser expulsado de la presencia de Dios y del terruño familiar. Partió, entonces, a un lugar al este del Edén y allí edificó una ciudad, tuvo hijos y vivió por un tiempo indeterminado. Aunque Caín tuvo descendientes su genealogía se pierde en la historia bíblica, si bien es cierto que nos mencionan que algunos de ellos desarrollaron oficios como músicos y herreros, actividades que perduran hasta nuestros días.

Así la actividad de Caín consistía en sembrar, cultivar y recoger frutos de la tierra, una tarea que requiere dedicación y que, aún así, se basa principalmente en vigilar un proceso natural. Una vez que se recoge la cosecha el paso siguiente es comercializar los productos a fin de obtener los recursos necesarios y deseables para la manutención del agricultor y su actividad. La primera cosecha es la más importante de todas, puesto que es donde se invierte el "capital semilla" y es de donde se espera recuperar la inversión con ganancias para sembrar nuevamente. Sin embargo, el texto sugiere que Caín hizo honor a su nombre y se concentró en acumular y adquirir, entregando como ofrenda a Dios frutos que no procedian de esa primera cosecha. En tanto, el trabajo de Abel requería mucho más esfuerzo porque el pastoreo de ovejas es una labor demandante, ya que las ovejas son poco astutas y dependen estrechamente de su pastor, por esto cada cría que nace es muy valiosa para el pastor pues es el resultado de muchos desvelos y sacrificios, así como en el contexto comercial también es de significativo valor. La ofrenda del hermano menor consistió en inmolar los primogénitos de su rebaño, con su grasa (de gran valor también).

Pareciera que la razón por la que Caín mató a Abel fue la envidia que le despertó que el Creador no lo viera con el mismo agrado a él y su ofrenda que a su hermano. No obstante, al leer con detenimiento el pasaje nos damos cuenta que antes del fratricidio el Señor reprendió a Caín por hacer lo malo y le dijo que él podía dominar esos impulsos. ¿A qué se refería Dios? ¿Qué tiene que ver esto con nosotros hoy en día?

Sembrar la tierra es acumular tesoros terrenales, criar ovejas es acumular bienes espirituales, ese es el simbolismo del quehacer de estos hermanos. Caín se concentró en conseguir cosas para sí y dejó al último la ofrenda, le dió a Dios algo que no le costó emocionalmente. Ese impulso fue el que venció Abel, quien entregó al Señor un bien preciado para él y lo hizo de manera voluntaria. Finalmente, Caín mató a Abel, es decir, el materialismo mató al humanismo.

Hoy nos quedamos con lo esencial y entregamos lo más superficial de nosotros mismos: estamos tan involucrados en adquirir dinero, belleza, conocimientos, fama, un mejor empleo, reconocimiento, etc. y el tiempo, la disposición, el afecto que nos sobran después de buscar todo aquello es lo que ofrecemos a nuestros familiares, amigos, compañeros. Quizá estamos conviertiendo nuestra vida en la ofrenda de Caín. El egoísmo mata a la generosidad y sigue deambulando por el mundo, creando ciudades donde impere su forma de hacer las cosas, tratando de mezclarse entre la gente que trabaja y busca la belleza de la vida, intentando perdurar, pero su legado se pierde como se perdió el rastro de los descendientes de aquel que se dejó llevar por su impulso de hacer lo malo y terminó viviendo bajo la maldición de aquello que fue el motivo de su caída: la codicia.

Vale la pena preguntarnos qué estamos generando con nuestras nuestras obras cotidianas para ofrecerlas a Dios y a los hombres ¿ovejas o legumbres?

"Entonces el Señor le dijo: porqué estás tan enojado? ¿Porqué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo".
Génesis 4: 6-7

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