Después del sufrimiento ¿cómo seguir adelante?


Desde temprana edad algunas personas deben enfrentar situaciones de pérdida, de violencia física y psicológica, de privación económica o emocional. Otras tuvieron una niñez rodeada de amor y cuidados, de protección en el seno familiar, sin embargo, al entrar en la adolescencia comienzan a luchar por la aceptación de compañeros de estudio, amigos y la necesidad de independizarse progresivamente de los padres para convertirse en un adultos responsables, con derechos y deberes.

Es difícil encontrar a alguien que no haya sufrido, que no se haya sentido inadecuado, menospreciado o incapaz de encontrar el valor a su propia existencia en un momento dado. El temor a ser lastimados, a sentirse solos, a no ser queridos y valorados hace que los individuos se aislen y se encierren en medio de muros de silencio, desconfianza y prevención, impidiendo que nuevas experiencias vengan a enriquecer su vida. Hacerse una isla en medio de un mar de rostros ha sido la solución para quienes han optado por no abrir nuevamente la puerta del corazón, sin embargo, la soledad y el temor persisten en un círculo vicioso: nadie les hace daño pero tampoco nadie les brinda el afecto que anhelan, no porque no haya alguien dispuesto a hacerlo sino porque la coraza que visten permanentemente impide que los alcance.

¿Volver a confiar? ¿Creer de nuevo? ¿Abrir el corazón otra vez? Sí, pero con los ojos bien abiertos.

Lo primero que se necesita para confiar es romper las vendas mentales que impiden ver la realidad de las relaciones interpersonales. Los cuentos de hadas nos han vendido la idea de que existen los príncipes azules (¿por qué azules exclusivamente?) y las mujeres indefensas que deben ser "rescatadas" por ellos; otra idea es que la búsqueda del amor depende del azar y que el cúlmen de esta búsqueda termina en el altar, pues lo que viene después se resuelve por sí solo. ¡FALSO! Igualmente, falso resulta esperar que los amigos no van a fallar en alguna ocasión, que la familia no nos va decepcionar, que los compañeros de trabajo serán comprensivos y justos en todas las circunstancias. Cuando comenzamos por reconocer que somos imperfectos, cometemos errores y le hemos fallado a otros estamos en posibilidad de hacernos a la idea que los demás también pueden caer y en eso radica la atención especial que podemos colocar en los detalles que delatan la mala intención o los resultados negativos previsibles, como dice un refrán: "si me engañas una vez es tu culpa, si me engañas dos es la mía", porque una cosa es tener que bajarse a medio camino del tren de una relación porque nos sorprendieron con una mala pasada y otra muy diferente quedarse en medio de la carrilera sabiendo que de un momento a otro vendrá el tren a toda máquina.

Podemos elegir el camino por el cuál vamos a andar y a quién vamos a dejar entrar en ese mundo más personal al que no todo mundo debe tener acceso; es necesario darnos el permiso para disfrutar de la compañía, amistad y amor de otros ya que es parte de los gozos en esta vida, tener una conversación franca y la tranquilidad de saber que contamos con alguien como apoyo y soporte emocional es una riqueza invaluable, sin embargo, los amigos verdaderos se deben identificar y cultivar a lo largo del tiempo, así como el amor que pudo iniciar con un "flechazo" imprevisto se consolida con la voluntad y las acciones de cada día.

Todo el mundo sufre, es un hecho, y aún así tenemos la alternativa de encerrarnos a rumiar el dolor en soledad o seguir del lado de la vida, con la lección aprendida de prever que todos los seres humanos fallamos, sin olvidar abrir bien los ojos la próxima vez.


 
"Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables."

1 Pedro 5:10 (NVI) 

"Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor— porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa."
Jeremías 30:17 (NVI)

"Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría."
Salmos 94:19 (NVI)

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