LA CAJITA DE LOS DESEOS



Cuando sus padres le dijeron que pronto iba a tener una hermanita, la niña de 5 años se empezó a preparar para recibirla con algo especial. Después de todo, ser la hermana mayor es toda una responsabilidad, hay que cuidar a la bebé y transmitirle toda la sabiduría que se puede juntar en 5 largos años de vida.

Días después, la niña salió con sus padres y en una tienda vio una caja hermosa, decorada especialmente para regalo. Pensó que sería ideal para guardar todas las cosas bonitas que quería mostrar y regalar a su hermanita cuando naciera, así que pidió a sus papás que se la compraran y ellos pensaron que era un hermoso gesto que su hija tenía al querer algo bonito para regalar al bebé por nacer, de modo que se la compraron y la llevaron a casa.

Durante los meses siguientes la niña seleccionó lo que guardaría en la caja: una rosa del jardín de su mamá, la envoltura de un chocolate muy sabroso que le trajo su papá, su juguete favorito, un globo que le regalaron en la piñata de su mejor amiga del kinder. Todos los días encontraba algo nuevo qué guardar en la cajita de los deseos para su hermana. A veces, sus papás dudaban de que todo lo que la niña decía que iba a guardar realmente cupiera dentro de la caja, sin embargo, ella aseguraba que todo tenía que verlo su hermanita, por lo tanto ella se las arreglaría para que todo estuviera allí.

Cuando la bebé nació y la llevaron a casa, la niña corrió a buscar la caja y los papás querían ver cómo estaba, pues la había escondido porque decía que sólo ella podría preparar el regalo perfecto para la bebé. Entonces, cuando la trajo, se veía un poco maltratada y era obvio que estaba pesada, pero aun así no quiso recibir ayuda de sus papás para acercarla a la bebé e intentar abrirla. Forcejeó un poco con la tapa de la caja ante la mirada expectante de sus padres. De repente, la caja se abrió y todo el contenido cayó sobre la bebé, quien resultó pinchada en uno de sus bracitos por una espina de la rosa, la cual ya estaba marchita y maltrecha. También salieron papeles con la tinta corrida, porque había guardado un frasquito con agua de la piscina de un parque de diversiones al que había ido con toda la familia y se había regado, humedeciendo el contenido de la caja. Algunas páginas, además, estaban pegajosas por un dulce que también se ablandó con el agua de la piscina. La bebé se asustó y lloró por el pinchazo en el brazo, los papás se preocuparon porque todo ello estaba sucio y desagradable. 

La niña vio que su proyecto había terminado de una manera que no deseaba, porque su cajita de buenos deseos se convirtió en un depósito de cosas acomodadas a la fuerza. Algunas, por sus características perecederas, no eran aptas para guardar durante mucho tiempo; otras, porque deben ser manejadas con cuidado, terminaron causando daño a otros artículos guardados en la cajita. En fin, todo terminó en la basura y la frustración fue general. Los papás la consolaron y le dijeron que si quería le comprarían una nueva cajita, para que reiniciara el proyecto ya sabiendo lo que podía suceder si guardaba cierto tipo de cosas. La niña lo pensó un poco y aceptó la propuesta. 

Esta vez los papás compraron una caja más grande, pensando en que la niña tenía muchos buenos deseos para su hermanita, y que necesitaría mucho espacio. Pasaron los días y la semanas sin que la niña mencionara nada sobre el tema, y la caja permanecía cerrada y muy ligera de peso en su habitación. Cuando la bebé iba a cumplir tres meses de nacida, la mamá le preguntó a la niña: "¿Vas a darle la cajita de los deseos a tu hermanita el próximo fin de semana, cuando cumple 3 meses de nacida?" a lo que la niña respondió que sí. Llegado el día, los papás estaban muy intrigados y también un poco ansiosos, porque no tenían idea de qué había guardado esta vez la niña, pero era seguro que no habían rosas ni frasquitos con agua de piscina, porque nada sonaba cuando agitaban la caja (no la abrieron porque prometieron no curiosear). La niña trajo ésta vez la caja con mucha facilidad junto a la cuna de la bebé y la abrió: papá y mamá se asomaron y no había nada. Le preguntaron a su hija dónde estaban los deseos y la niña respondió: "He visto que a mi hermanita le gustan cosas diferentes que a mi, por eso no llené la cajita de las cosas que a mi me gustan, prefiero regalarle la cajita para que ella la llene con sus propios deseos. Creo que así estará tan contenta como yo cuando llené la primera caja". Al escucharla sus padres quedaron sorprendidos y se dieron cuenta que aquella pequeñita de 5 años había aprendido una lección que muchos adultos no aprenden ni con muchos años de vida.


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