¿Soy un Quejumbroso Crónico?

Una mujer entra en una tienda departamental y siente que el ambiente allí está muy cálido, entonces va donde el gerente y le dice: - la temperatura aqui dentro es casi tan incómoda como en la calle, debería darle más potencia al aire acondicionado - entonces, el gerente le agradece su sugerencia y la invita a seguir con sus compras. Al cabo de un rato, cuando la mujer se acerca a la caja para pagar sus compras nota que la cajera se ve bastante indispuesta y le pregunta: -¿se siente bien? ¿le pasa algo? - a lo que la cajera responde:- desde hace un rato está más fría la temperatura y como me estoy reponiendo de una enfermedad respiratoria el clima fresco no me hace bien -. La compradora tomó sus paquetes y sin decir más salió de la tienda.

Cuando llegamos a un entorno nuevo y sin mayores puntos de referencia comenzamos a "diagnosticar" lo que está mal podemos caer en la crítica vacía, en la queja simple, las cuales tocan, para bien o para mal, a aquellos que son parte esencial de tal entorno y luego de sembrar nuestro inconformismo seguimos por nuestra senda sin ver la onda de afectación que causamos. Egoísmo, es la palabra que resume una actitud semejante. Tendemos a ser egoístas con los más cercanos y con los desconocidos, en nuestro hogar y en la calle, casi siempre procuramos inclinar la balanza a favor de nuestra preferencia sin medir el grado de incomodidad que podemos causar a otros. Y, si por casualidad, no logramos complacer nuestro propósito entonces nos despachamos con frases preparadas para denotar todos los aspectos débiles y/o negativos que la persona o la circunstancia permita, es decir, nos quejamos.

Quejarse es un estilo de vida para algunas personas: se quejan si llueve, si hace sol o está nublado, se quejan cuando tienen muchas ocupaciones y también cuando no tienen nada que hacer. Quejarse se ha vuelto una forma de comunicación primaria para tales sujetos, no existen condiciones idóneas, todo tiene una falla o defecto, siempre debe haber manera de mostrar la supuesta "incapacidad" de otras personas para hacer algo bien. Suele suceder que, cuando se le insinúa a este tipo de individuos que se les ve inconformes con mucha frecuencia, niegan tener una actitud negativa y tienden a atribuir a otros las causas de su permanente malestar y su letanía de quejas se enciende contra todo y todos: desde el gobierno hasta la mascota de la vecina. En serio es desgastante convivir con alguien que se queja reiteradamente, no se le puede dar gusto, no se obtiene jamás su respeto, tolerancia ni cooperación. La queja es amargura y la amargura destruye el corazón, genera pleitos y falta de gratitud.

Vale la pena preguntarnos si somos quejumbrosos crónicos, quizá lo hemos sido toda la vida y jamás lo hemos admitido. Tambien es válido cuestionarnos sobre el tipo de opiniones que damos, si llevan incluído un tono imperativo o un comentario inductivo que "amablemente" indique al oyente lo que debe hacer al respecto. Ojalá encontremos que somos personas positivas, con un talento especial para compartir nuestra forma de ver la vida sin querer obligar a los demás a que la vean igual o se comporten en línea con nuestras ideas particulares acerca del mundo. Qué agradable será para nuestros compañeros, amigos y familia contar con una persona de mente abierta, que puede tener un criterio sólido pero al mismo tiempo dispuesto a escuchar argumentos, que delicia saber que en la peor de las situaciones pueden escuchar de nuestra boca el lado bueno de los eventos -por malos que ellos parezcan-, es seguro que las puertas de su corazón y de su casa estarán abiertas en todo momento para nosotros. Lo mejor de todo: seremos una persona agradable para nosotros mismos porque veremos lo bueno de la vida y de la gente, en lugar de contar ofensas y canas contaremos bendiciones y sonrisas.

Filipenses 2:14 "Haganlo todo sin quejas ni contiendas" (NVI)

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