Termitas Mentales o las Ideas Carcomidas

¿Alguna vez han visto el modo en que una plaga de termitas puede dejar los cimientos y las estructuras básicas de una casa?

Crean su nido subterraneo en un lugar adyacente a la vivienda luego, mediante un trabajo minucioso y constante, van abriendo brecha hasta encontrarse con los cimientos de la casa (sean de hormigón o madera) y comienzan a carcomer con voracidad los materiales orgánicos y se deshacen de los inorgánicos grano a grano, creando numerosos túneles que van dando cabida a la gran cantidad de nuevos insectos que se reproducen en el nido, gracias a la reina que pone cantidades increíbles de huevos que son, mayormente, las futuras obreras que continuarán adentrándose en la vivienda de modo silencioso y discreto, mientras sus ocupantes siguen su vida sin percatarse del creciente daño.

Al cabo de meses o años, cuando los daños comienzan a ser visibles en el exterior de la vivienda (paredes, pisos, techos, muebles empotrados, etc.) los moradores llaman a un equipo de personal para que de un diagnóstico comenzando por un albañil, pasando por un carpintero, el electricista y, sin duda, el primero en ser convocado será el fumigador. Estos especialistas pueden dar muy malas noticias, pues el daño puede ser extenso y costoso de reparar.

Seres tan pequeños, en conjunto y al paso del tiempo pueden crear males enormes sin que nos demos cuenta. ¿Acaso puede suceder algo similar con ideas sobre temas diversos que van haciendo huecos en nuestra manera de pensar?

A veces admitimos ideas, conceptos y nociones que parecen inofensivas y que van creando una red de pensamientos que comienzan a menoscabar nuestros valores, principios y conceptos esenciales, poco a poco, en forma tácita y sin que nos cause sobresalto. Esto hasta que un día debemos confrontar formas de pensar con un libro o con otras personas y nos damos cuenta que nuestra mente esta llena de ideas incompletas y carentes de fundamento, llenas de vacíos. Lo que considerábamos una creencia o un modo de pensar sólido comienza a mostrar que tras su fachada hay plagas reproduciendose, invadiendo y dañando las estructuras de nuestro intelecto, moralidad, ética, relaciones personales o asuntos tan esenciales como la espiritualidad. Tenemos "termitas mentales". A veces huímos de las grandes mentiras, de las filosofías que calificamos de locas o erradas, pero aceptamos una pequeña, muy pequeña, idea y dejamos que crezca a su antojo sin anticipar el modo en que afectará nuestra manera de actuar, de convivir con otras personas, de tomar posiciones ante eventos políticos, religiosos y culturales.

Conviene estar revisando nuestras estructuras mentales pasando tiempo en soledad, repensando, revisando nuestras prioridades, amores y desamores, la escala de valores que nos mueve, las metas que nos hemos propuesto. Vale la pena preguntar ¿Cómo llegamos a donde estamos? ¿Aquí queríamos estar? ¿Adónde nos moveremos? ¿Cómo nos proponemos lograr nuestras metas? Quizá haya mucho por corregir.

No esperemos a tener el hermoso cascarón de una vida, demos un vistazo a nuestras bases para que las "termitas mentales" no aniden y colonicen allí.

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