¿Cómo Realizar mis Deseos?

"Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él." John F. Kennedy

Con frecuencia me encuentro ante esta pregunta y casi con la misma frecuencia me descubro tratando de contestar esto a alguien que me formula el mismo cuestionamiento. Es una pregunta de aquellas que parece que vinieran programadas en nuestro código genético, es inherente a los humanos ir tras sueños y metas, lo difícil es que la respuesta no viene incorporada sino que debe ser una búsqueda personal, singular, marcada por tiempos y acontecimientos muy propios.

La realización de los anhelos es algo que trasciende culturas, edades, formación académica, condición social y muchos otros aspectos simplemente porque los seres humanos somos sujetos trascendentes, siempre andamos tratando de alcanzar un nivel mayor de satisfacción, de bienestar, de logro. Lo paradójico es que, si bien todos estamos a la caza de la misma respuesta, son pocos los que deciden acortar camino aprendiendo de las experiencias ajenas. Repito que la respuesta es única en cada caso, no así la manera de encontrarla, y es ahí donde perdemos tiempo y esfuerzo de manera considerable.

En numerosas ocasiones nos quedamos estancados en una situación que no parece haber forma de evitar, algunos inconvenientes se transforman en obstáculos insalvables y nuestra mejor defensa llega a ser la autojustificación y la queja por el entorno. Llegamos a convencernos de que somos demasiado buenos para este mundo cruel y despiadado que no nos permite demostrar todo lo que podemos ser y hacer. Sin embargo, y pese a toda la evidencia histórica que podamos argumentar, otras personas en condiciones más penosas que las nuestras pudieron sobreponerse y triunfar, cambiar su racha de fracaso y frustración para alcanzar sus sueños y compartir a otros los frutos de su éxito. ¿Acaso son seres especiales? ¿Tienen talentos concedidos a unos pocos? Definitivamente NO. Quienes logran tornar en positivo lo que era negativo es porque tienen dos factores a su favor: son humildes y saben cuándo pedir ayuda. Sin estos dos elementos es prácticamente imposible salir adelante en un juego que fue diseñado para jugar en equipo, el juego de la vida.

La humildad no consiste en dejar que vulneren nuestra dignidad sino en saber diferenciar entre dignidad y orgullo. El orgullo es aquella convicción sobre nosotros mismos que nos impide admitir que no somos buenos para todas las partidas, que hay habilidades y conocimientos que exceden a nuestros talentos innatos o adquiridos, lo cual es un bloqueo en sí mismo porque si estamos seguros de que todo lo que hacemos es lo correcto entonces ya tocamos el tope de nuestras capacidades. No obstante, si nos concedemos el beneficio de la duda y permitimos que la humildad entre a nuestra esfera conceptual podemos conservar la dignidad intacta mientras sacamos al orgullo de la ecuación, entonces tenemos la posibilidad de vernos como individuos con potencial de crecimiento, seres perfectibles, aprendices de la magia del universo, constructores de nuevas realidades, que podemos adquirir y desarrollar en menor o mayor grado nuevas destrezas prácticas, intelectuales o relacionales y lo lograremos si permitimos que otra persona nos enseñe cómo hacerlo.

Ahí es cuando entra el segundo factor: saber cuándo pedir ayuda. Como dice la frase de inicio que el ex presidente estadounidense Kennedy acuñó, la verdadera inteligencia radica en admitir nuestros límites y áreas de oportunidad para, luego, acudir a personas que tengan más habilidad que nosotros en esos aspectos en busca de ayuda, tanto para aprender como para alcanzar aquello que nosotros no podremos por más esfuerzo que hagamos. Pedir ayuda nos hace más sabios, pues no vamos a naufragar en solitario sino que fortaleceremos nuestro equipo de trabajo con personas que saben cómo navegar en esas aguas que nosotros desconocemos. Insisto, la vida es un juego de equipo y como tal lo debemos ver, ningún deportista por hábil que sea puede cubrir todas y cada una de las posiciones con la misma maestría.

Para mi gusto, el nivel más elevado de humildad al cual podemos aspirar es admitir que todo esfuerzo humano tiene un límite y que, por esa razón, nuestra instancia permanente de ayuda está en el área espiritual. Dios es la fuente misma de la sabiduría, nadie tiene un conocimiento ni una inteligencia superiores a los suyos. Nuestro acto más brillante es pedirle su ayuda y guía para comprender si los deseos que albergamos son coherentes con el proyecto de vida y las bendiciones que tiene dispuestos para nosotros desde antes de la Creación; asimismo, Él puede mostrarnos cómo conseguir aquellas cosas que está dispuesto a concedernos. Recordemos que nuestro Padre Celestial provee alimento para todas sus criaturas, incluso para el ave más pequeña, sin embargo, no se lo arroja al nido... es nuestro deber y el sentido de nuestra vida esforzarnos por aquello que deseamos.

Con estas ideas en mente te cambio la pregunta: De aquí en adelante ¿vas a ser orgulloso? o ¿vas a ser humilde e inteligente?

"Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia."
Proverbios 3:5 (NVI)

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