¿Porqué Perdonar?

Porque es el acto de amor más grande que podemos hacer por otros y por nosotros mismos. Es un privilegio y una bendición perdonarnos por aquello en que fallamos a otros o nos fallamos a nosotros mismos, sin embargo, solemos dejar de lado perdonar y en esa cadena de afrentas inconclusas la vida se nos vuelve un mar de tristeza.

A veces, cuando alguien nos hiere, pensamos en vengarnos al negarle el perdón cuando viene a disculparse y realmente somos nosotros quienes impedimos que sane la herida, somos nosotros los que nos quedamos con la amargura. Nuestra existencia se vuelve una maraña de sentimientos negativos, temores y dolores, tenemos un sufrimiento pero ya ni recordamos cuándo comenzamos a sentirnos así, ni por cual motivo, sólo sabemos que la vida no nos resulta satisfactoria y siempre hay un vacío flotante, inexplicable, ambigüo, esa sensación que no se quita y que ensombrece cualquier dicha. Pasan años y nos vemos todos los días al espejo, sin percatarnos que ese rostro frente a nosotros tiene una mirada algo distante, una expresión gris camuflada por el maquillaje o las arrugas, un gesto indefinible que revela que algo falta en el alma que ya no se asoma espontánea. Ha pasado tanto tiempo que olvidamos una promesa hecha en un instante de ira, dolor o desconcierto, ya no recordamos el motivo por el cual dijimos "esto no te lo voy a perdonar nunca" y nuestras palabras sirvieron de cerrojo a una cárcel para ese momento que quisimos consignar en la historia de nuestra vida. Hay condenados a cadena perpetua en nuestro interior y ni siquiera podemos recordar la causa de su sentencia. Pero su encierro se traduce en esa nostalgia que nos invade y que hoy ya no sabemos como eliminar.

No vale la pena preguntar si debemos o no perdonar ¡es nuestro deber hacerlo! Clamamos por las personas que están detenidas en las cárceles y muchos buscan la manera de brindarles ayuda para sobrellevar esa situación, y aún sienten que son pocos sus esfuerzos porque no pueden liberar a ninguna de ellas porque no tienen la autoridad para hacerlo, ni aún si el convicto es inocente del crimen que se le acusó, sin embargo, ¡oh paradoja! queremos liberar a los cautivos en sitios remotos y no le damos la libertad a nuestro espíritu atado y condenado por la falta de perdón, no lo libramos del yugo de las promesas acerca de no perdonar y no les permitimos a esos instantes que quedaron fichados y enclaustrados en nuestra memoria que fluyan como los demás que fueron a dar al río del tiempo pasado, de los actos dejados atrás.

Debemos perdonar para ser libres, para amar de manera auténtica, para permitir que la vida siga su curso, para sanar un corazón herido, para ser perdonados.

Existe la posibilidad que tú tengas uno o varios reclusos dentro tuyo que liberar, talves debes romper esa promesa de "no perdonar nunca" aquella ofensa que te hicieron, quizá necesites borrar esa mirada perdida de tu rostro y deshacerte de esa sensación de vacío e insatisfacción que cargas hace años, casi es seguro que tienes un perdón pendiente por conceder a otros, es irrefutable que hay, al menos, un perdón que debes darte a tí mismo... la pregunta es: ¿lo harás? ¿decidirás perdonar?

"Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados." Marcos 11:25 (NVI)

"Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo." Efesios 4:32 (NVI)

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados."
1 Juan 4:10 (NVI)

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿No tener hijos es un castigo de Dios?

Confrontar a la Autoridad: ¿Valor o Rebeldía?

¿Más espinas que rosas?