¿Cómo mi mente afecta a mi cuerpo?

El ser humano es un compuesto de espíritu, mente y cuerpo. Cada elemento influye sobre los otros dos, tanto positiva como negativamente. La salud física tiene mucha relación con el estado emocional de la persona: arrugas faciales prematuras, dolores musculares, caída del cabello, problemas digestivos y varias otras manifestaciones suelen estar ligadas a estados de ansiedad, preocupación y estrés continuo. El cuerpo busca compensar las cosas que la mente y el corazón no han logrado resolver.

¿Qué es la enfermedad?

Es una manera en que el cuerpo le permite a nuestro ser manifestar una angustia que no ha sido "digerida". Puede ser que dicha angustia sea muy antigua, quizá hasta hayamos olvidado el evento que la causó, pero las células siguen trabajando para ayudarnos a sobreponer de esa emoción tan fuerte. También es un modo simbólico que usa nuestro organismo para adquirir equilibrio, pues al ocuparnos de sanar dejamos de lado el conflicto emocional que nos causó la angustia y eso nos permite seguir adelante con la vida.

¿Por qué no todos tenemos las mismas enfermedades?

Porque cada uno contamos con  distintas formas de afrontar los problemas. Por ejemplo, para algunos es difícil sobreponerse a las pérdidas, los desaires y las ofensas, por lo que serán más propensos a dolores de cabeza y problemas digestivos, quienes resienten menos las pérdidas y ofensas personales suelen tener otro tipo de molestias. Dependiendo del tipo de conflicto emocional será el tipo de dolencia que padecerá la persona.

¿Cómo sanar de una enfermedad?

Primero, hay que entender que hay una emoción de angustia intensa, consciente o inconsciente, detrás de los síntomas físicos. Después, es necesario considerar la razón por la cual esa emoción surgió y cuál ha sido la solución de esa situación. Cuando dicha situación está sin resolver es importante buscar el modo de manejarla para que podamos encontrar paz, ésto no quiere decir que siempre haya manera de arreglar efectivamente la causa, de lo que se trata es que aliviemos la carga emocional e intelectual que ella nos produce. Una vez que encontramos alivio a la angustia la enfermedad empieza a ceder y, de hecho, puede desaparecer por completo.

La sanidad empieza de adentro hacia afuera, es inútil enmascarar el dolor o los síntomas si no se resuelve la causa primaria que nos aqueja. No es en vano que muchos de los individuos sanados por Jesús en los relatos bíblicos primero fueron sanados espiritualmente (con el perdón de pecados) antes de ver su sanidad física. Lo que sea que se convierta en una carga para nuestra mente, también lo será para nuestro cuerpo.


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