DIOS, ¿RESOLVERAS TÚ MIS PROBLEMAS?



Desde la infancia descubrí la maravilla de la lectura y es algo que me ha acompañado toda la vida. En los mejores y peores momentos he tenido muchos libros cerca, han sido una herramienta muy útil y estoy segura que el gusto por ellos viene a causa de mi papá.

Recuerdo que mi papá era un gran lector, él tenía numerosos libros y le gustaba leer el periódico de punta a punta. Disfrutaba escuchar noticias en radio y en televisión, para mantenerse informado y crear su propio criterio frente a los acontecimientos económicos, sociales y políticos. También recuerdo que le encantaba resolver crucigramas y, a medida que fui creciendo, descubrí una curiosa satisfacción en apropiarme del crucigrama dominical primero que él o de intentar resolverlo a dos manos a su lado. 

Mi papá consideraba de gran importancia proveer a su familia de libros alineados con los gustos de cada quien en la familia, por ejemplo: a mi mamá le regaló libros de decoración y a mis hermanos mayores les llevaba enciclopedias que les ayudaran con las tareas escolares. A mi me regaló un libro de cuentos hispanoamericanos y una colección de cómics de personajes de Disney. Lo que no recuerdo es que alguna vez mi papá se sentara a leerme. Esa escena del padre leyendo un cuento para que su retoño se durmiera no está entre mis recuerdos y, sin embargo, su amor por la lectura se desarrolló en mi de manera fuerte y duradera.

Quizá mi papá nunca lo dijo de manera explícita, pero con el paso de los años entendí que su método era nunca hacer algo que nosotros pudiéramos hacer por nosotros mismos. En mi caso, nunca se sentó a leerme pero se aseguró de que tuviera acceso a una educación formal, me facilitó libros y recursos para que yo aprendiera a leer y escogiera una profesión que se acomodara a mis gustos y habilidades. Después de eso yo sería capaz de hacerme criterios propios para escoger y conseguir los libros que iba a leer por el resto de mi vida. Él no leía por mi, sólo se aseguró de que yo leyera por mi misma. Así creo que trabaja Dios Padre también.

Dios Padre nos ha colocado en un mundo rico en recursos, nos dotó de talento y nos dio libre albedrío para que seamos hacedores de nuestro camino. Él nos ama profundamente y por ello dice: "quiero desarrollar tus talentos, por eso no voy a solucionar todas las cosas por ti, lo que haré es poner al alcance de tu mano personas y medios para que trabajes en tu dificultad. Resolveremos éste acertijo a dos manos". Él sabe que no seremos niños para siempre, por eso nos prepara para pensar y actuar como adultos, tomando responsabilidad personal por nuestra vida. Cuando entendemos esto sabemos de antemano que, la mayoría de veces, Dios no va a resolver nuestros problemas de manera sobrenatural sino que observará cómo usamos lo que ya nos ha dado para salir adelante ante los retos cotidianos. 

Así es, Dios no resolverá aquellos problemas que estemos en capacidad de arreglar por nosotros mismos.

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