¿Cómo Decir Adiós?

Quizá es una de las acciones más difíciles que existe para un ser humano. Desprenderse de un trozo de la vida representado en recuerdos, los afectos dados y recibidos, las posibilidades y cientos de experiencias que aún no se viven. Es la única alternativa, el único modo de salir airoso de ciertas situaciones; la solución para erradicar de raíz algunos males.

¿Cómo despedirse de un amigo que se hizo cómplice y guardián de instantes y vivencias? ¿cómo dejar atrás el amor, un sueño, un vicio, la luna llena? Decir adiós es arrancar con la violencia de un susurro esas cosas que se aferran a nuestra memoria y ya no se desprenden fácilmente... algo así como intentar borrar con un acto de voluntad lo que el mundo escribió en el pergamino de la historia.

Paisajes lejanos, atardeceres dorados, noches oscuras sucumben bajo el peso de una despedida. Pasos lentos, una mirada, silencio. Una última palabra, sonrisa acongojada sabiendo que es la tristeza la que exhibe su pañuelo blanco. No es fácil, nunca lo será. Como ecos de una música olvidada retumba ese momento en que todo acaba, regresando de tiempo en tiempo para preguntar una vez más: ¿porqué?

Para cerrar un pasaje de la vida no existe una forma, no valen las sugerencias, no hay molde hecho a la medida. Es una decisión solitaria, una declaración de guerra, una promesa rota, luces que se pagan, una flor marchita. Decir adiós es un primer paso, un desvío, una cantimplora llena, un acto de fe y la esperanza de olvidar trayendo a memoria.

Despedirse es...levantarse de la mesa cuando acaba la partida.

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