¿Cómo Seguir con la Vida? (Parte II)

En un post anterior escribí sobre la incertidumbre que se vive al llegar a una meta y no saber hacia dónde continuar (¿Cómo seguir con la Vida? 01/03/2010). Al final del texto mencionaba las cosas que, en mi opinión, pueden ser realmente necesarias para cualquier viaje y ellas son: alimento físico y espiritual, un buen abrigo, una brújula, algo con qué encender fuego, papel y lápiz, un espejo y unos zapatos cómodos.

Quiero retomar ese tema porque siento que debo explicar mi lógica al escoger tales objetos como indispensables en un equipaje y porque, para seguir con la vida, hace falta mucho más que identificar los errores, también requerimos identificar nuestros aciertos.

En primer lugar debo decir que si llegamos a una meta fue debido a que hicimos muchas cosas bien. Suena un poco tonto decirlo así, sin embargo, vale la pena hacerlo porque a veces nos enfrascamos en el hecho de no saber qué hacer en adelante al grado de no valorarnos nosotros mismos en cuanto personas que pueden lograr objetivos específicos. Es tal el nivel de ansiedad que experimentamos que olvidamos reconocer nuestro esfuerzo, tanto así que otros nos felicitan y nosotros respondemos con frases como: "no fue nada". ¿En serio "no fue nada"? Pasar años estudiando o trabajando, dejando de lado diversiones y otras cosas por lograr lo que deseamos y al final nos restamos valor diciendo una frase de cajón. Muchos dirán que es humildad pero yo diría que es falta de amor propio. Es más, es una falsa modestia porque realmente sabemos que merecemos ser felicitados y que sí fue mucho lo que logramos -cada quien puede medirse en su propia escala y saber qué tanto fue lo que logró- porque bien podríamos haber estado cruzados de brazos y no hacer realmente nada.

Segundo, aprendimos algo. Aprendimos muchas cosas que debemos hacer y otras que debemos dejar de hacer. Aprendimos a distinguir señales en el camino. Podemos diferenciar lo deseable y lo posible, lo necesario y lo accesorio... Aprendemos a descartar cosas que en vez de ayudar nos estorban (esto también es válido en cuanto a personas). También sabemos ahora que no podemos quedarnos contemplando dichas pasadas, tenemos que reemprender el viaje. Y es respecto a esto que, en mi caso particular, llegué a establecer un equipaje que podría llamar ideal.

El alimento físico y espiritual tiene mucho que ver con las necesidades básicas y la motivación. Está más que comprobado que cuando un individuo tiene en óptima condición su parte corporal puede dedicarse a cultivar su intelecto, sus afectos y a interesarse por otras personas. El alimento físico se puede traducir en salud y recursos económicos. Con estos dos aspectos cubiertos podemos interesarnos en mantener una buena relación con personas cercanas a nosotros, estudiar, orar, disfrutar de las artes y la naturaleza. El alimento espiritual puede ser una melodía, una pintura, el canto de las aves, un amanecer, un pasaje de la Biblia, un libro de poesía, una sonrisa o un abrazo, una conversación al sabor de un café. Dios, familia, pareja, amigos son proveedores excelentes de este tipo de recursos y es reconfortante hacer intercambios a este nivel con otras personas.

Un buen abrigo puede estar hecho con muchos materiales: ética, principios y valores, amor, amistad, respeto, fe... son aquellas materias primas que pueden resguardarnos con efectividad en las tormentas que, sin duda, soportaremos en algunos días. Un buen abrigo es protección eficaz en las noches solitarias, cuando las sombras y los vientos recios pueden hacernos presas vulnerables de la nostalgia y el temor.

La brújula puede guiarnos con el magnetismo de la responsabilidad hacia los sueños que trazamos. Podemos perdernos fácilmente en el activismo si no tenemos un norte claro.

Un encendedor, unos cerillos son esenciales para ponerle luz y calor a lo que hacemos, para preparar nuestros alimentos, para pasar las heladas madrugadas. El fuego en su justa medida es un regalo divino, un elemento vital. No obstante, debemos cuidar que no se desborde y convierta en pasión destructiva.

Escribir, dejar un mensaje, plasmar un sentir, perpetuar una idea o una imagen... ¿cómo hacerlo? Cuando el internet falla siempre es un buen respaldo el papel y el lápiz, lo básico siempre está disponible. Es necesario darle sentido a lo que fluye en nuestra mente para examinarlo y depurarlo...

El día en que dejamos de vernos a nosotros mismos antes que a los demás comenzamos a privarnos de las mejores oportunidades de crecimiento. Si no puedo ver lo bien o lo mal que estoy no sabré qué estoy reflejando hacia otros. También sirve para hacer señales cuando estamos perdidos, es totalmente válido -incluso necesario- pedir ayuda si nos vemos desorientados o incapaces de seguir. Un espejo siempre va a ser un elemento de excepcional utilidad.

Por último, unos zapatos cómodos. Simple, no es posible ir muy lejos si no tenemos los zapatos adecuados. No podemos inventar caminatas con zapatos de otra persona. Mis pies tienen características singulares, mi cuerpo y su balance requiere ciertas adaptaciones especiales, no puedo "ponerme los zapatos de otro" y caminar largo trecho con ellos. Quizá alguien encuentre sentido a esto con un ejemplo sencillo: la mayoría de los hombres sufriría una luxación de tobillo al intentar andar con tacones de 12 cms. y plataforma de 3 cms. No podemos hacer el recorrido si lo hacemos bajo los parámetros de otra persona, en realidad las huellas en el camino no serían nuestras sino suyas.

Así, entonces, para seguir con la vida necesitamos sobreponernos al miedo, al pesimismo, buscar entre nuestras anotaciones los pensamientos y esos destellos de entendimiento que a veces nos llegan para recordar cómo llegamos donde estamos y qué nos motivó. Podemos conectarnos a la fuente de energia y sustento que es Dios. Escojamos un abrigo que nos conforte y unos zapatos adecuados. Vaciemos nuestra maleta para asegurarnos que no llevamos cargas innecesarias y coloquemos en ella un mapa nuevo con una ruta que nos lleve hacia el futuro. La vida no se detiene, mientras estemos vivos debemos estar en el camino.

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar" Antonio Machado

"El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas.
Me guía pot sendas de justicia por amor a su nombre
". Salmo 23:1-3 (NVI).

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