¿Cayendo en Ahorros Ficticios?

Estaba a la puerta de una oficina de gobierno viendo los requisitos para un trámite. Depronto se acerca un hombre de unos 27 años, con aspecto jovial y sonriente. Muy amablemente me pregunta ¿qué trámite va a hacer? y le comenté de qué se trataba. Entonces, se ofrece a tener listo el documento al otro día a las 9 a.m. (hora en que abren la oficina de gobierno). Me resultaba conveniente porque esa tarde no disponía de mucho tiempo para esperar lo que usualmente toma ese trámite y, además, había mucha gente antes que yo para ser atendida. Le pregunté cuanto costaría y me dijo una suma que era equivalente a la mitad del costo del trámite en sí mismo y, por supuesto, tendría que regresar al día siguiente para que me entregara el documento en cuestión ya tramitado; en resumen, tendría que pagar el trámite, la comisión del tramitador y el transporte para ir a recogerlo al día siguiente, sin considerar el riesgo de entregarle documentación personal a un total extraño. Por un momento pensé en serio en aceptar la propuesta, sin embargo, en un segundo me di cuenta que si regresaba al dia siguiente a las 9 a.m. y hacía yo misma el trámite de seguro no habría tantas personas antes que yo por lo que no tardaría demasiado y me ahorraría la "comisión" del tramitador y el riesgo mencionado. Efectivamente así lo hice y en 30 minutos tuve mi trámite.

Viendo el tema más allá de lo cansado que resulta hacer trámites en oficinas de gobierno quiero destacar que, aparte de ahorrar una cantidad de dinero importante y la posibilidad de muchos dolores de cabeza si utilizaban mal mis documentos, noté que la ganancia de pagarle al tramitador era mínima comparada con hacer la gestión personalmente. Y es que lo que realmente quería evitar era regresar, yo deseaba irme esa misma tarde con el documento listo, no obstante, al pagarle debía regresar por el mismo al otro día, entonces ¿cuál era la ganancia si no evitaba tener que regresar? Eso me hizo pensar en las falsas economías que hacemos en nuestra vida cotidiana.



A veces nos dejamos encandilar por "ofertas" engañosas que otros nos ofrecen o nosotros mismos nos creamos cuando vamos de compras y adquirimos artículos de dudosa calidad porque "están baratos" y al poco tiempo debemos reemplazarlos porque fallaron o nunca funcionaron. También cuando compramos aparatos que, de antemano, sabemos que no vamos a utilizar (como aquellos que venden por tv para hacer ejercicio) o ropa que no nos pondríamos ni para ir a una fiesta de disfraces pero como está en rebaja nos invita a adquirirla. Ni hablar de los "combos" que venden en algunos supermercados cuyo artículo gratis no es de nuestra preferencia y luego andamos viendo a quien se lo regalamos. Eso en lo que atañe a nuestro bolsillo, y en nuestra vida ¿cuáles ahorros ficticios hacemos? No vamos a consultar al odontólogo por una pequeña caries y después necesitamos una endodoncia, no vamos donde el médico a consultar por un leve malestar digestivo y al cabo del tiempo nos diagnostican gastritis y colitis. No dedicamos tiempo a hacer ejercicio y después resultamos con afecciones vasculares, sobrepeso y otras enfermedades crónicas. No cuidamos a nuestra pareja y después vienen las infidelidades, dejamos de lado a nuestros hijos y después no nos reconocen como autoridades.

Quizá tengamos fugas importantes en nuestras finanzas, salud, relaciones interpersonales, autoestima y otros aspectos vitales a causa de los falsos ahorros que hacemos a diario y con los cuales a los únicos a quienes estamos causando pérdida es a nosotros mismos. Piénsalo ¿cuáles pueden ser tus ahorros ficticios?

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